Adaptando los planes de respuesta climática para gestionar desastres agravados

Con el tiempo, se ha vuelto cada vez más claro que el clima está cambiando. En los últimos años, los huracanes han tocado tierra a lo largo de la costa del Golfo como categoría 4 (Harvey, Laura, Ida e Ian) o 5 (Michael). En el pasado, los huracanes se debilitaban a medida que se acercaban a tierra; ahora se intensifican.

Además de la intensificación de los fenómenos tropicales, las tormentas eléctricas y los tornados fuertes a violentos se están volviendo más frecuentes en el sureste de los Estados Unidos. No hace mucho, una tormenta aparentemente rutinaria azotó Woodlands, una zona suburbana al norte de Houston, derribando árboles y dejando a la gente sin electricidad durante días. Estos son sólo algunos ejemplos de cómo nuestro clima ha seguido cambiando y desafiando los actuales esfuerzos de respuesta en las últimas décadas.

 

Los huracanes Laura y Harvey son sólo dos ejemplos

Los profesionales de seguridad y continuidad del negocio han implementado cuidadosamente planes de respuesta para cada desastre que afecta a su organización, pero ¿qué ocurre con el riesgo inesperado de dos o más amenazas?

Es esencial que los planes de respuesta no sólo tengan en cuenta el clima en constante cambio, sino también los desastres combinados o agravados, es decir, desastres que coinciden o se suceden, aumentando exponencialmente la intensidad de los impactos asociados y el tiempo de recuperación.

Este escenario se observó en Lake Charles, Luisiana, en 2021, cuando el huracán Laura tocó tierra con vientos de 150 mph, causando graves daños generalizados. Luego, apenas seis semanas después, el huracán Delta devastó la infraestructura ya dañada. El efecto agravante de dos eventos muy próximos provocó cortes de energía de larga duración y daños estructurales más graves en las entidades de la zona.

Otro ejemplo es el huracán Harvey, que azotó el sureste de Texas en 2017. Antes del huracán Harvey, muchas empresas tenían planes de respuesta que solo consideraban la creciente amenaza de vientos y mareas para determinar si debían pasar a la siguiente fase de su esfuerzo de respuesta. Estos planes se desarrollaron principalmente después del huracán Ike en 2008.

Antes de Ike, muchos planes se basaban en la categoría de la tormenta, la proximidad de la tormenta a un sitio determinado o si se había emitido una alerta o advertencia de huracán. Después de Ike, los planes de respuesta se centraron en la probabilidad de determinados vientos, a menudo vientos de 58 mph, así como en la altura esperada de la marea. Estos planes mejoraron los estándares anteriores al escalar objetivamente en función de la creciente amenaza a la ubicación de cada uno. Sin embargo, no consideraron las inundaciones de agua dulce.

En Harvey, nunca hubo una amenaza significativa de fuertes vientos o mareas en las áreas de Houston y Beaumont. La mayoría de las fases de los planes de respuesta a huracanes no se activaron. Esto provocó que muchas empresas, incluidas las principales refinerías de petróleo, no tomaran las precauciones necesarias antes de la tormenta. Cuando las catastróficas inundaciones afectaron a estos sitios, muchas refinerías se vieron obligadas a realizar cierres inmediatos, lo que puede generar costos adicionales al reiniciar. Una planta química en Crosby, Texas, explotó cuando la inundación dejó inoperable el sistema de refrigeración. Como resultado, los peróxidos orgánicos no refrigerados terminan autoinflamables.

Después de Harvey, muchas empresas, incluidas las principales plantas químicas y refinerías de petróleo, decidieron intensificar sus planes de respuesta si se esperaban inundaciones importantes a causa de una tormenta tropical o un huracán. Esto significa que pueden avanzar a una fase superior de la garantizada debido a la amenaza prevista de viento y oleaje. La flexibilidad para escalar a pesar de que no se cumplan los criterios definidos permite a las empresas cerrar operaciones antes de la tormenta de manera segura. Esto permite que la mayoría de los trabajadores sean liberados de sus obligaciones antes de que cualquier riesgo amenace su seguridad. Además, reduce drásticamente la probabilidad de que se produzca un accidente importante durante la tormenta y reduce los costos para reiniciar las operaciones.

 

Por qué son necesarios los planes dinámicos frente a los estáticos

Los dos ejemplos anteriores demuestran por qué son necesarios planes de respuesta dinámicos, a diferencia de los planes estáticos. Un plan estático es menos flexible y puede generar desafíos de respuesta y recuperación.

Las empresas deberían considerar modificar sus planes de respuesta para incluir los peligros climáticos, no los fenómenos climáticos, al pasar de los estáticos a los dinámicos.

Un ejemplo de un plan contra riesgos climáticos incluiría planes individuales para rayos, vientos dañinos, granizo, inundaciones, tornados y no solo un plan general para tormentas eléctricas. Pensar en cada elemento como una amenaza separada y cómo responder a cada uno es una mejor práctica.

Un punto de partida para crear un plan de respuesta dinámico es comprender los patrones climáticos históricos y los tipos de clima severo que cada ubicación podría estar en riesgo. El siguiente paso es dividir cada evento climático extremo en diferentes peligros y riesgos para desarrollar planes para cada uno. Una vez elaborados los planes, analice varios escenarios, incluidos los desastres compuestos, para asegurarse de que puedan ejecutarse simultáneamente. Además del plan de respuesta dinámica, también se recomiendan planes de contingencia para proporcionar el más alto nivel de seguridad a los activos y empleados.

En general, la importancia de contar con un plan de respuesta dinámico que considere los desastres agravados se ha vuelto cada vez más evidente. Las organizaciones pueden prepararse para el éxito considerando cada uno de los climas cambiantes y variados a la hora de crear planes de respuesta.

Shannon Copeland es gerente industrial de StormGeo y graduada de la Escuela de Meteorología de la Universidad de Oklahoma. Apoya numerosas iniciativas de investigación centradas en condiciones climáticas severas, manejo de emergencias y preparación y recuperación ante desastres, incluida la revisión de contenido para la serie de capacitación del Programa Nacional de Huracanes de FEMA. Como gerente de la industria, Copeland apoya la estrategia de extensión de StormGeo y ayuda a identificar los riesgos relacionados con el clima para las empresas y sus empleados.

Comentarios

1 comentario en «Adaptando los planes de respuesta climática para gestionar desastres agravados.»

  1. Excelente texto Shannon, lo ideal sería pensar en cada elemento como una amenaza separada y cómo responder a cada uno es una mejor práctica como tu indicas, pero esto conlleva a una mejor preparación para los equipos de continuidad y más tiempo, me pregunto si a veces suceda que cuando te estás preparando para una amenaza, estás recibiendo otra amenaza la cual no estaba en tu radar.

    El otro punto es cuánto tiempo están dispuestas las organizaciones para dedicarles a estos ejercicios, entiendo muy bien que es una cuestión de cultura y concienciación de las organizaciones.

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